jueves, 1 de diciembre de 2016

Valencian Psycho (o: El discreto encanto del gatopardo)



 



Cuesta entender que un libro tan competitivo como este pase relativamente inadvertido por las librerías: su prosa tiene soltura, su estilo rezuma ironía, aspira declaradamente a ser un retrato generacional y aborda un tema tan de actualidad como la Gran Recesión a raíz de la crisis financiera de 2008 y abunda en toques eróticos. De todas formas, si destaco la obra en este blog es por otros méritos que la convierten en un producto más personal.
Para empezar, la idea central que, de puro simple, es potente, y también cuesta entender que no se le hubiera ocurrido antes a nadie: un emprendedor cuyos negocios se van al traste por la crisis se dedica a asesinar salvajemente a representantes de la clase acomodada que se han salvado de la coyuntura. Bueno, contada así, no parece una idea especialmente profunda. La audacia está en que la descripción de los asesinatos queda inmersa en la mucho más extensa narración del modo de vida del narrador-protagonista previo a la crisis: un modo de vida centrado en el disfrute del dinero, la cultura, la sensualidad y el sexo. Esta alternancia de episodios esporádicos de violencia desatada en medio de un momento y estrato social determinados remite, indefectiblemente, a American Psycho, y aunque Sunday Dandy no comparta la radicalidad formal de aquella novela, tiene la virtud de trasladar el escenario del Wall Street de los ochenta a la Valencia (internacionalizada) actual, y de salir bien librada del empeño.
Así, la novela discurre por su propia vía al describir un mundo decadente, pero satinado por la sensibilidad y nostalgia del narrador, que transforma al lector en cómplice de sus andanzas. Y, entre tantas anécdotas sobre ese mundo laboralmente estresante pero reconfortante económicamente, se alternarán ráfagas de humor desopilante a lo Saki o Wolfe, otras de lubricidad brutal a lo Miller, y aún alguna más de evocación de un brillo que nunca volverá (y que quizás nunca debió ser), propia de Lampedusa (El gatopardo es explícitamente citado en la ficción).
Resulta también interesante la relación del protagonista con sus amantes Christine y (la más o menos muerta) Eva; así como el giro final que, de hecho, otorga un cierto carácter experimental a la narración. Así que: sí, el libro peca de algo largo para lo que quiere contar; y sí, algunas de las anécdotas están resueltas de manera poco original. Pero si a todas las fortalezas reseñadas añadimos la de una prosa torrencial y que, a pesar de lindar al borde del precipicio con el uso de los adjetivos, el autor sale siempre airoso, el balance se salda con una recomendación bastante clara y merecida (y, esperemos, coincidente con una fase alcista del ciclo que favorezca una segunda vida a los protagonistas y el relato de su historia).